La tumba de Jesucristo es uno de los lugares más venerados del cristianismo y, al mismo tiempo, uno de los más estudiados por arqueólogos, historiadores y creyentes.
Su importancia no radica únicamente en su valor histórico, sino también en su profundo significado espiritual: es el lugar donde, según la fe cristiana, ocurrió la resurrección de Jesús, el evento central del cristianismo.

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¿Cuál es el contexto bíblico?
Según los evangelios del Nuevo Testamento, Jesús fue crucificado en un sitio llamado Gólgota, y luego fue sepultado en una tumba nueva que pertenecía a José de Arimatea, un miembro del Sanedrín que también era seguidor de Jesús.
La tumba estaba tallada en la roca y se encontraba en un jardín cercano al lugar de la crucifixión. El cuerpo fue envuelto en una sábana de lino, ungido con especias, y colocado en el sepulcro, el cual fue sellado con una gran piedra en la entrada.
¿Dónde está el Santo Sepulcro?
El lugar tradicionalmente aceptado como la tumba de Cristo se encuentra dentro de la Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén.
Ésta iglesia fue construida en el año 335 d.C. por el emperador Constantino el Grande, bajo la dirección de su madre, Santa Elena, quien realizó una peregrinación a Tierra Santa para identificar los sitios sagrados del cristianismo.
Durante las excavaciones realizadas por orden de Elena, se descubrió una cueva funeraria que coincidía con las descripciones del Evangelio. Allí se construyó un santuario que permanece hasta hoy.
El lugar fue destruido y reconstruido varias veces a lo largo de los siglos, y en su forma actual, la iglesia alberga el lugar del Calvario (la crucifixión) y el Santo Sepulcro (la tumba).

El Edículo: la estructura sobre la tumba
Dentro de la Iglesia del Santo Sepulcro se encuentra una pequeña capilla conocida como el Edículo. Ésta estructura fue edificada sobre lo que se cree es la tumba original de Jesús.
El Edículo está compuesto por dos cámaras: una antecámara, llamada la Capilla del Ángel, y la cámara interior, que es el lugar de la sepultura.
La cámara interior contiene una losa de mármol que cubre el lugar donde se colocó el cuerpo de Jesús. Esta losa fue colocada en el siglo XIV para proteger el lecho original excavado en la roca.
En 2016, durante una restauración llevada a cabo por especialistas griegos, se retiró temporalmente la losa y, por primera vez en siglos, se pudo observar la roca original de la tumba. Los análisis confirmaron que se trata de una sepultura judía del siglo I, lo cual refuerza la credibilidad histórica del sitio.

Importancia entre los creyentes
Independientemente de cuál sea el sitio auténtico de la tumba, lo esencial para los creyentes no es tanto el lugar físico como lo que representa: la victoria sobre la muerte.
Para los cristianos, la tumba vacía es símbolo de esperanza, fe y vida eterna. La Iglesia del Santo Sepulcro se ha convertido en un lugar donde los fieles pueden reflexionar sobre la pasión, muerte y resurrección de Jesús.
La Iglesia del Santo Sepulcro es custodiada por varias confesiones cristianas, entre ellas la Iglesia Ortodoxa Griega, la Iglesia Armenia Apostólica y la Iglesia Católica Romana.
La convivencia de estas confesiones ha sido compleja a lo largo de la historia, dando lugar a acuerdos conocidos como el "status quo", que regulan el uso del templo.
Millones de peregrinos visitan el lugar cada año, especialmente durante Semana Santa. Allí, en un espacio reducido y cargado de simbolismo, se concentran siglos de historia, fe y emoción.

La tumba de Cristo es mucho más que una cuestión arqueológica o histórica. Es un símbolo universal de fe, esperanza y renovación espiritual.
Dentro del majestuoso y antiguo Santo Sepulcro, el mensaje sigue siendo el mismo: “No está aquí, ha resucitado”.
El interés por conocer este lugar no solo impulsa estudios científicos y debates teológicos, sino que también motiva a millones de creyentes de todo el mundo a renovar su fe y recordar la promesa fundamental del cristianismo.
