Hace unos días se publicó la Estrategia Nacional de Seguridad Pública 2024-2030.
Más allá de que es un resumen estructurado de lo que hemos escuchado y visto desde el principio del gobierno, con muchas alabanzas al sexenio anterior y lo que va del actual, hay un par de datos que creo que al mismo tiempo sirven para entender uno de los problemas centrales que el país sufre desde hace décadas: lo local.
Cito del documento: “De acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, para diciembre de 2024 se contaba con 128,745 policías estatales en todo el país. Mientras que, de acuerdo con el Censo Nacional de Seguridad Pública Estatal 2024 y el Censo Nacional de Gobiernos Municipales y Demarcaciones Territoriales de la Ciudad de México 2024, ambos del Inegi, hay un total de 291,200 policías, de los cuales 128,773 pertenecen al orden estatal y 162,427 al orden municipal. La cantidad de elementos y la tasa de policías por mil habitantes varían significativamente entre las 32 entidades federativas, lo que evidencia que en la mayoría de los casos existe un déficit de personal policial y la necesidad de fortalecer a las corporaciones.
“El promedio de la tasa nacional de policías estatales es de 0.97 por cada mil habitantes. No obstante, únicamente ocho entidades están por encima de la media nacional. Aunado a esto, la variación entre los extremos es amplia, pues Ciudad de México cuenta con una tasa de 4.06, mientras que Baja California tiene una tasa de 0.23”.
Es decir, las policías locales son la fuerza de seguridad más grande del país. Todas con enormes diferencias. No solo eso, cuando el mismo reporte recorre los resultados de sondeos entre la población de “conductas delictivas o antisociales”, en los alrededores de su vivienda, durante el cuarto trimestre de 2024, 59.3% se relacionó con consumo de alcohol en las calles; 49.8%, con robos o asaltos; 41.1%, con vandalismo en las viviendas o negocios; 41%, con venta o consumo de drogas; 38.4%, con disparos frecuentes con armas; 25.9%, con bandas violentas o pandillerismo; 14.8%, con tomas irregulares de luz (diablitos), y 3.2%, con robo o venta ilegal de gasolina o diésel (huachicol).
La mayoría de estas conductas son asuntos para policías locales.
En el documento, más allá de una y otra vez decir que habrá “absoluta” coordinación, no hay mucho más plan para esas policías, hace tanto tiempo abandonadas.