En entrevista exclusiva con MILENIO, la estrella ascendente en su tesitura reconoce que el personaje de Figaro en la ópera de Wolfgang Amadeus Mozart ha sido hasta el momento el más importante en su carrera y el que más ha interpretado, junto con Sharpless, de la Madama Butterfly de Giacomo Puccini.
“Figaro fue el primer rol que aprendí en la escuela y sin duda es el más importante en mi carrera —dice el joven bajo-barítono texano—. Es mi personaje favorito para interpretar y cantar; espero cantar el mayor tiempo posible, me llena de alegría”
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Y acota: “Los papeles cómicos me van de maravilla, pero también espero con ansias los personajes más complejos en el futuro”.
Sumuel (Odessa, Texas) debutó hace cuatro años en la Metropolitan Opera House de Nueva York como el Rey de Cinderella; compartió ese escenario como Belcore con el tenor Javier Camarena en L'élisir d'amore en 2023, y el sábado 18 de noviembre de aquel mismo año interpretó a Reginald en la transmisión en vivo a más de 70 países de X: The Life and Times of Malcolm X, de Anthony Davis.
Especialista también en música barroca, Sumuel habla de los retos que implica la ópera cómica o bufa y de la producción de la MetOpera de Las bodas de Figaro, que podrá verse en México en transmisión en vivo el sábado 26 de abril, a las 11 horas, en Auditorio Nacional, Conjunto Santander y otras salas.

Sumuel comparte escenario con Federica Lombardi (Condesa), Olga Kulchynska (Susanna), Sun Ly-Pierce (Cherubino), Elizabeth Bishop (Marcellina), Joshua Hopkins (Conde) y Maurizio Muraro (Bartolo), en la producción de Richard Eyre con la alemana Joana Mallwitz al frente de la orquesta.
¿Cómo describiría los retos que la música de Mozart plantea a su tesitura?
Mozart es un gran maestro. Y cada uno de los roles que mencionas, igual que otros roles para otros tipos de voz, presentan sus propios desafíos. Mozart escribe de una manera tan idiomática para la voz que, siempre que estés en sintonía con tu cuerpo, tu instrumento y tu técnica, tiene mucho sentido. Pero requiere trabajo llegar a ese punto para cumplir con las exigencias de Mozart, hace un trabajo tan excelente con la escritura vocal que tiene tanto sentido como cualquier compositor que haya cantado.
¿Qué desafíos implican las arias para su voz en Las bodas de Figaro?
Con Figaro son muy amplios los rangos, pero en realidad el rol se ajusta muy bien a mi voz. Es una gran progresión a lo largo de la noche, empezando con “Se vuol ballare...”, que tiene la nota más alta escrita en su papel. Hay una progresión de eso a “Non piu andrai, farfallone amoroso” y, por supuesto, el aria final, “Aprite un po' quegl'occhi”. Gran parte del trabajo de conjunto entre esas arias, realmente influye en mi interpretación y en cómo las abordo. Pero su escritura, por supuesto, para mí, es una progresión natural a lo largo de la noche, incluso a medida que se vuelve más difícil.
¿Cómo consigue aportar humor a su voz y a su personaje?
Lo más importante es apoyarse en la intención del texto. Nuestro Conde, en esta producción de Richard Eyre para la MetOpera, Joshua Hopkins, con quien he trabajado bastante y conozco desde Houston, mencionó algo en una entrevista, en el sentido de que acercarse al humor desde un lugar real es lo que ayuda a hacerlo más humorístico. Interpretar un rol o actuarlo como si lo encontraras gracioso no significa que siempre sea gracioso para el público. Así que creo que hay que abordar el texto desde una perspectiva muy real desde el punto de vista del personaje, por ejemplo, Dulcamara, como un personaje bufo, eso ayuda a determinar la inflexión que uso con mi voz a lo largo de todo el papel.
¿Qué implica para un cantante contemporáneo la comedia, el humor en la ópera ante tanta exposición del público a cosas como el stand up, los musicales o el cine cómico?
El desafío en general para la comedia es grande para cualquier cantante, es realmente difícil hacer comedia bien. Pero, como mencioné antes, si lo abordamos desde una perspectiva muy real y tomamos decisiones sólidas, eso ayuda a iluminar la comedia de una manera que no funcionaría si fuéramos o intentáramos ser sólo chistosos. Como un cantante de ópera hoy, es una gran oportunidad usar todas las habilidades que acumulamos a lo largo de nuestra carrera y la forma en que realmente tenemos que ser plenos, entregarnos plenamente al trabajo como artistas, no solo vocalmente, sino también físicamente. Es una gran oportunidad para salir de tu propio camino, sumergirte en el personaje y tomar decisiones acertadas que le resulten divertidas al público, en lugar de intentar ser tan graciosos nosotros mismos.

Como artista que tiene contacto directo con el público en el escenario, ¿cómo se siente que la gente se ría hoy con una obra como Le nozze di Figaro que fue estrenada hace ya casi 240 años?
Es genial recibir la energía del público y, por supuesto, todos los públicos son diferentes, algunos nos acompañan desde el principio y son muy expresivos, y a algunos les toma tiempo entrar en calor. Así que, aunque es muy tranquilizador que parezca que el trabajo que hacemos en el escenario trasciende al público, gran parte de nuestro trabajo es también interpretar las emociones y las intenciones con nuestros colegas cantantes y con el equipo de esta producción en todas las funciones.
¿Cantar óperas bufas se ajusta a su personalidad o prefiere roles más dramáticos?
Definitivamente, los papeles cómicos me van de maravilla, pero también espero con ansias los papeles más complejos en el futuro. Es algo grandioso para un artista enfrentar diferentes desafíos, igual que cantar roles que se ajusten a tu personalidad, que conectas con ellos como artista y persona. Reitero: los personajes cómicos me van muy bien, pero ansío roles más complicados en mi carrera.
En 2023 interpretó a Reginald en X: The Life and Times of Malcolm X. ¿Qué significó formar parte de ese elenco histórico en la MetOpera en la ópera de un compositor negro, Anthony Davis?
Sin duda, fue un momento culminante en mi carrera y en mi vida. También fue mi primera producción después de someterme a una cirugía de la columna en abril de ese año. Estar en los ensayos todos los días y en el paso al escenario como parte de ese elenco histórico fue un gran honor.
¿Qué le parece la presencia actual de compositores negros, como Anthony Davis o Terence Blanchard, en las grandes casas de ópera estadunidenses?
Es un gran precedente. Y espero que sea la primera de muchas óperas y eventos de este tipo, no solo para el Met, sino para compañías de ópera de todo el país y del mundo. Espero que esto siga creciendo, porque hay tantos grandes compositores negros, como Michael Ables y su ópera Omar. Incluso Will Liverman, quien protagonizó Malcolm X, tiene una que llevó a teatros años atrás (The Factotum). Pero es fundamental asegurarnos que esas oportunidades estén disponibles para los compositores negros y más allá, para las compositoras, las compositoras no binarias, de color... Es algo de lo que todos nos beneficiamos: que se escuchen más voces y se exploren más perspectivas en el escenario operístico.

¿Qué ópera de compositores negros le gustaría protagonizar?
Anthony Davis ha estado trabajando en otras piezas y definitivamente las tengo en mi lista. Tuve la oportunidad de participar en Champion, aunque las cosas cambiaron. La música de Blanchard también es muy interesante. Con los compositores negros todo lo que quisiera ser es un instrumento dispuesto y estar aunque sea en una pequeña parte de ese proceso para ayudar a que sus óperas se concreten.
La producción de Richard Eyre de Le nozze di Figaro para la MetOpera es ya clásica. ¿Se siente más cómodo con producciones clásicas o prefiere las contemporáneas de óperas clásicas?
No tengo una preferencia clara por ninguna de las dos opciones. Sólo diré que con las producciones contemporáneas en las que he estado involucrado, lo que creo que es más importante, por ejemplo, con Figaro, es la dinámica social, en este caso la que está en juego con la lucha de poder entre los condes de cara a la boda. Y la lucha de Figaro y Susanna para frustrar sus planes. Esas dinámicas sociales, de clase, que son innegables, necesitan todavía estar presentes incluso en una producción contemporánea.
Ha habido otras producciones contemporáneas que realmente disfruté, por ejemplo La Cenerentola, de Rossini, de la que formé parte de la primera producción en Oslo en 2017. Y lo que las hace disfrutables, en este caso, fue que una vez que el director y nosotros tuvimos ideas claras y pudimos centrarnos en una visión muy clara, todos pudimos aceptar plenamente esa visión y a los personajes y el giro en esa producción en particular, y el público se conmovió y la aceptó muy bien. Es emocionante ver estas óperas clásicas desde una perspectiva ligeramente diferente pero que refleja la esencia de la obra.
La maestra alemana Joana Mallwitz dirige en Le nozze di Figaro. ¿Cómo trabaja con ella?
Ha sido un placer trabajar con Joana. Viene a todos los ensayos. Como sabes, tuvimos un periodo de ensayos muy corto para montar la producción. Y ella es muy abierta, obviamente su trabajo musical es muy sólido, pero también es muy receptiva a nuestras necesidades como cantantes y artistas. Merece estar en el podio frente a la orquesta. Ha sido un placer trabajar con ella y espero seguir haciéndolo.
¿Qué otro papel le gustaría interpretar en Las bodas de Figaro aun cuando no sean para su tesitura de barítono, hombre, mujer o incluso Cherubino?
En principio, al Conde. Obviamente existe una dinámica de poder y privilegio que sería realmente interesante representar en escena. Es un personaje que nunca he tenido la oportunidad de cantar, sería muy interesante. Y, de hecho, también Susanna; experimentar esta historia desde su perpectiva y con la presión de ser mujer; ser la dueña de la casa no es poca cosa, pero la forma en que ella es capaz de afrontar cada desafío que incluso cuando parecen imposibles de superar, ella siempre halla la salida. Ver Las bodas de Figaro desde la perspectiva de Susanna me resultaría muy interesante también.
Los tenores Ramón Vargas y Javier Camarena cantan música popular mexicana. ¿Alguna vez ha tenido la tentación de cantar música popular?
Crecí cantando música contemporánea, así que me siento cómodo con ello, por tanto si se presentaran oportunidades, estaría muy abierto a ellas. Estoy muy agradecido con las oportunidades que tengo en la ópera, pero, como artista en general, me encanta los retos de salirme de las normas, como se dice, de lo que la gente cree, tú sabes, te han escuchado, te han visto cantar y te han visto en el escenario, pero hay mucho más que sé que puedo hacer. Si esas oportunidades llegan, las aprovecharé.
¿Cuál diría que es el toque personal de Michael Sumuel a este Figaro?
Para mí la luz y la vida en Figaro son algo a lo que doy vida en mi muy especial manera. Es esa alegría, esa luz y estilo de vida, además de la lealtad que siente por su futura esposa el día de su boda. Cuando creo en algo firmemente, es difícil cambiar de opinión. Y Figaro quiere ganar, triunfar. Como cualquier otro barítono o bajo-barítono, lo que nos hace especiales es lo que aportamos a cada papel. Y Figaro es mi personaje para interpretar y cantar. Me entrego por completo al papel cada vez que estoy en el escenario y es un personaje que espero cantar el mayor tiempo posible, me llena de alegría. Y esta producción, con este elenco magnífico de cantantes y gente, hace cada función mucho más agradable.
¿Tiene algún plan para venir a cantar a México?
Ahora mismo no, pero me encantaría. A propósito de Bryn Terfel, probablemente es mi artista de ópera favorito. Cuando participé en la competencia de la MetOpera en 2012 quedé en la final y tuve la oportunidad de pasar la siguiente semana aquí en Nueva York. Y Bryn Terfel estaba interpretando su última versión del Leporello de Don Giovanni, así que pude verlo en el escenario. Y, por casualidad, durante un ensayo, pude conocerlo y fue muy amable. Así que me encantaría estar en México para ese concierto, sólo por ver a Bryn Terfel. Y sí, también espero que México esté presente en mi futuro.
DAG