Cultura

La clientela estudiantil

Luis M. Morales
Luis M. Morales

La defensa de la autonomía fue durante mucho tiempo la principal bandera política enarbolada por los estudiantes de la UNAM. La autonomía no sólo se viola cuando la policía o el ejército invaden el campus universitario, como sucedió en 1968: también puede atropellarla una intromisión del Poder Judicial en el ámbito académico, más aún si persigue fines intimidatorios, como el reciente fallo de la jueza Flor de María Hernández Mijangos, que condenó al ex rector de la UNAM Enrique Graue y al ex director de la FES Aragón Fernando Maceda Chagolla a pagar 15 millones de pesos a Martha Rodríguez, la directora de la tesis de licenciatura que plagió íntegramente la ministra de la Suprema Corte Yasmín Esquivel, como lo demostró hace dos años Guillermo Sheridan. Expulsada de la universidad por haber solapado ése y muchos otros plagios, la venganza de la maestra Rodríguez puso contra las cuerdas a las autoridades universitarias, que han denunciado ya “una manipulación de la justicia con propósitos políticos”, y “un intento por amordazar a la UNAM”.

Hasta la fecha mi alma máter no se ha podido quitar la mordaza, pues en diciembre del 24, otro fallo judicial aberrante prohibió al Comité Universitario de Ética divulgar su veredicto sobre la tesis plagiada. Mientras el comité lo mantenga en secreto, la ministra seguirá atornillada en la Suprema Corte, y quizá la presida dentro de poco, gracias a una reforma judicial que le vino como anillo al dedo a los abogados huizacheros. Más allá del respeto al orden jurídico, fácil de burlar con una filtración a la prensa, el silencio del comité obedece, sin duda, al temor de que el gobierno federal castigue a la UNAM con fuertes recortes presupuestales por retirar el título a una protegida del ex presidente López Obrador.

Lo más deplorable de todo este enredo no es la explicable cautela de los rectores Graue y Lomelín, sino la indolencia de la comunidad estudiantil ante la falsificación de grados académicos. De unos años para acá ya no es el núcleo más rebelde y justiciero de la sociedad mexicana, pues ahora tolera sin chistar una abierta intromisión del poder político en la vida universitaria. Si los intereses del partido gobernante van a decidir la validez de una tesis, cualquier vivales obtendrá doctorados con summa cume laude y todos los títulos que expide la UNAM se devaluarán hasta la ignominia. ¿No les indigna la prepotencia de la maestra Rodríguez ni la venalidad de su alumna, que tomó el atajo más sencillo para titularse y debería renunciar a su puesto en la Corte si tuviera un mínimo de vergüenza? ¿Les parece justo que ustedes sí deban fletarse trabajando en sus tesis, cuando la ministra plagiaria puede llegar a ser la mandamás del Poder Judicial sin haber cumplido ese mínimo requisito? ¿O acaso ven la carrera de Yasmín Esquivel como un ejemplo a seguir? 

He aquí un ejemplo muy claro de las trampas que la ceguera ideológica puede tender a la ética. Entiendo a los estudiantes que abominan del PRIAN y respaldan a Morena, pues los gobiernos de Fox, Calderón y Peña se ganaron a pulso su repudio. Comprendo también que no les inquiete la demolición de nuestra democracia, pues el credo revolucionario del marxismo leninismo ya fracasó en todo el mundo, menos en las aulas universitarias de América Latina. Pero la crítica y la protesta no sólo buscan cambiar a un gobierno por otro de diferente signo ideológico, sino limpiar la propia casa, extirpando los tumores que amenazan con frustrar, en este caso, la cacareada regeneración del país. O alzan la voz o dentro de poco la utopía por la que lucharon despedirá un hedor putrefacto. Sólo las clientelas políticas son incondicionales: los activistas honestos jamás renuncian a sus ideales en nombre de la disciplina partidaria. Quien los haya convencido de lo contrario los quiere transformar en rebaño. 

La masificación es incompatible con el ideal educativo de formar individuos diferenciados. Sólo puede impedirla quien se rebela contra las consignas autoritarias, vengan de donde vengan. Los estudiantes de la UNAM solían aborrecer el autoritarismo, pero el culto a la personalidad del jefe máximo los ha sumido en un hondo letargo. Nada justifica la apatía que han mostrado en este caso, pues la coalición gobernante ya tiene casi el poder absoluto y  una purga interna  no resucitará a una oposición en estado de coma. Si de veras existe el movimiento regenerador en el cual militan, sus verdaderos enemigos, los que pueden hacerle más daño, son la ministra Esquivel, Adán Augusto, Manuel Velasco, Fernández Noroña, Andrea Chávez, Cuauhtémoc Blanco, el delfín Andy, Rocha Moya y la runfla de matraqueros que los apoyan. Una comunidad universitaria con valor civil para disentir sería el mejor insecticida contra esa plaga.


Google news logo
Síguenos en
Enrique Serna
  • Enrique Serna
  • Escritor. Estudió Letras Hispánicas en la UNAM. Ha publicado las novelas Señorita México, Uno soñaba que era rey, El seductor de la patria (Premio Mazatlán de Literatura), El vendedor de silencio y Lealtad al fantasma, entre otras. Publica su columna Con pelos y señales los viernes cada 15 días.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.