La reforma al Poder Judicial vía voto popular e impulsada desde Palacio Nacional no es ocurrencia, sino el resultado calculado de tensiones estratégicas y afrentas acumuladas. La narrativa desde el gobierno la presenta como respuesta inevitable a una "casta judicial" atrincherada, reacia a la transformación. Aunque descifrar esta ofensiva requiere revisar las contraseñas del conflicto.
Primer acto: ‘El termómetro Zaldívar’ (Abril 2021). El intento de extender el mandato del ministro fue una medición de fuerzas. Aunque Zaldívar declinó, la reacción dentro y fuera de la Judicatura fue el primer aviso: la élite togada no cedería sin pelear su coto de poder, para entregárselo al ex presidente López Obrador.
Segundo acto: ‘La operación Esquivel’ (Dic. 2022 - Ene. 2023). La embestida por el presunto plagio de su tesis contra la ministra Yasmín Esquivel, cercana a la 4T, en la antesala de la elección interna por la presidencia de la Corte, fue un misil calculado. La defensa de AMLO a su nominada y la percepción de un manejo institucional opaco (tanto en la UNAM como en la Corte) fueron capitalizadas por aquél para reforzar su diagnóstico: un Poder Judicial con mecanismos de rendición de cuentas endebles, necesitado de una intervención quirúrgica mayor, como la elección directa.
Tercer acto: ‘El desafío de Piña’ (Feb. 2023). La llegada de Norma Piña a la presidencia de la Corte marcó la confrontación abierta. Aquel gesto en Querétaro, de no levantarse ante el Presidente, fue leído desde el poder como “soberbia de casta”. Piña se convirtió en el rostro de la resistencia “conservadora”, la “oligarquía judicial” que proveía la justificación perfecta para la intervención.
Palabras clave
Zaldívar, Esquivel y Piña no son anécdotas. Son los acontecimientos estratégicos magnificados desde el Ejecutivo para construir el expediente contra el Poder Judicial actual, como una élite desconectada, funcional a intereses oscuros y opuesta a la transformación. Esta narrativa justificó la solución radical.
El desenlace de esta crónica en tres actos es una elección judicial que se perfila onerosa, de procesos inciertos y resultados potencialmente opacos. Un escenario, quizás, que pudo ahorrarse si la oposición hubiera leído a tiempo la magnitud de la apuesta, comprendiendo que la escalada de tensión era la antesala calculada de esta jugada de poder. Quirúrgica. Y ahora tenemos la elección judicial que nos merecemos.