El último par de semanas no ha sido el mejor para Donald Trump y su embate contra todo y contra todos.
El escándalo provocado por la absurda tontería de haber incluido a un periodista —y no a cualquiera, sino al editor de The Atlantic— en un grupo formado por todo el equipo de seguridad nacional y defensa del país, donde se compartió información confidencial sobre un ataque contra los hutíes, y la estrategia para “combatir” aquello culpando al periodista y el medio, probó que sin duda el nuevo equipo de Donald Trump ni tiene la experiencia ni el conocimiento para encabezar un equipo de tal importancia.
Luego vinieron los tan prometidos aranceles para todo el mundo y lo único que provocaron fue la caída de los mercados, la incertidumbre empresarial, los peligros de una recesión global, incluido, por supuesto, Estados Unidos y en general caos. El asunto de la aplicación Signal trajo la correspondiente crisis dentro del equipo se seguridad nacional.
Y luego: Musk. El equipo del dueño de Tesla, DOGE, equipo de supuesta eficiencia gubernamental, ha terminado con instituciones y departamentos (secretarías), y ha dejado sin trabajo a miles de servidores públicos con criterios que poco tienen que ver con la funcionalidad del gobierno. Esto, unido a otros recortes, ya han comenzado a provocar manifestaciones en contra de Trump y su gobierno.
La Casa Blanca ha pedido a todos los legisladores republicanos que salgan a defender los aranceles, pero no es sencillo frente al inminente aumento de precios de muchos productos y el bajón económico.
Si la apuesta de Trump es regresar a muchas empresas a producir a Estados Unidos y con eso crear nuevos empleos —por cierto, el empleo hasta hace unas semanas no andaba nada mal allá—, es probable que se quede esperando. No es barata esa mudanza y la mayoría de las empresas preferirán hacer una pausa en lugar de esa nueva inversión para ver qué pasa en año y medio, cuando los estadunidenses vuelvan a votar para renovar su legislativo.
La respuesta de Trump y los suyos ante tal panorama ha sido aceptar que las cosas tal vez no estarán bien unos meses, pero que todo es para construir un mejor país. Ese, el MAGA que tanto repite.
Ahora, mal haría el mundo en creer que la presión de empresarios, financieros, ciudadanos que han perdido el empleo lo harán cambiar de opinión o rectificar.
Al contrario. Trump es Trump, las cosas siempre pueden ponerse peor.