Policía

El poeta, la marcha y los desaparecidos

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Era la primavera de 2011. A la mañana siguiente del inicio de aquella primera marcha de las víctimas de la guerra del narco del gobierno de Felipe Calderón, cuando los manifestantes ya habían dejado atrás Cuernavaca, hubo un momento en que el poeta que la encabezaba se acercó a Melchor y le preguntó qué lo había llevado hasta Cuernavaca. Melchor le habló del Vaquero Galáctico. Le dijo que su hijo era un veinteañero muy deportista que vivía de hacer estatuismo callejero, o sea personificaba en plazas y parques a un atlético personaje de las caricaturas de los noventa, Los Halcones Galácticos. Que se había ido al norte de México a trabajar en eso, en donde le estaba yendo muy bien, porque se había vuelto bastante popular con la gente que paseaba por el centro y hasta le habían hecho reportajes en la televisión local. Que de repente un día dejó de tener noticias de él y alguien le dijo que lo habían secuestrado. Que hizo las catorce horas de viaje en camión de Toluca a Monterrey para averiguar qué pasaba. Que según sus propias investigaciones, El Vaquero Galáctico había sido detenido al salir de su casa por la policía pero en las oficinas del gobierno le decían que no había reportes de nada. Que tenía los números de las patrullas (538, 534 y 540) en las que iban los policías regios que se lo habían llevado. Que su hijo era gente buena. Que en el norte del país había conocido a otras personas buscando a familiares que también habían sido detenidos un día por autoridades y después no habían vuelto a saber nada de ellos. Que cuando fue al norte vio mucho dolor. Que también era mucha la impunidad. Que ya había buscado a bastantes funcionarios y que no lo atendían, o cuando lo recibían le decían que se resignara porque eran tiempos de guerra. Que ya había ido también con los senadores, la CNDH y TV Azteca y lo mismo: nada. Que todo estaba muy sucio en el gobierno. Que como no se resignaba se había venido a la marcha. Que por eso estaba ahí: porque quería encontrar a su hijo, al igual que tantas otras madres y padres de personas desaparecidas.

(El pasado 28 de marzo se cumplieron catorce años del asesinato de Juan Francisco Sicilia y otras seis personas más en Cuernavaca, Morelos. A partir de este crimen, el poeta Javier Sicilia dejó de escribir poesía para buscar justicia por la muerte de su hijo y otras decenas de miles de víctimas, a través del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad).


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Diego Enrique Osorno
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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