Policía

La generación del ‘94

SERIE PERIODÍSTICA “POETAS ZAPATISTAS” / CAPÍTULO VIII

Participantes del encuentro celebrado en San Cristóbal de las Casas. DEO
Participantes del encuentro celebrado en San Cristóbal de las Casas. DEO

Desde la Cofa del Vigía, el Capitán Insurgente Marcos sigue su largavista hacia el ayer, al final del primer día de los Encuentros de Resistencia y Rebeldía en San Cristóbal de las Casas.

En su reaparición hablando en un acto público del EZLN, Marcos abrevia la historia de su movimiento bordando palabras alrededor del alzamiento del 1 de enero de 1994, cuando, “unos meses después, el poderoso ya no tenía popularidad ni fama ni partido ni candidato, la vanguardia revolucionaria se había enterado de lo que pasaba por los medios de comunicación, la izquierda electorera se reanimó y en corrillos y cafés presumía: ‘ya ves lo que hicimos en Chiapas’, la Iglesia progresista y en general la Iglesia católica tenían un protagonismo que ni en sueños, periodistas de todo el mundo llegaron para ver —no para mirar—, para oír —no pa-

ra escuchar”—.

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En aquel entonces llegó una generación completa de periodistas jóvenes. Acá tomaron experiencia, prestigio, y sí, no pocas mañas. Se les recibió y atendió sin importar si eran de medios grandes, medianos o pequeños. Hicieron su trabajo con honestidad y si les publicaban o no, pues eso, eso dependía del patrón, no de ellos. Se asomaron a la realidad, y tal vez alguno se conmovió, otros pensaron que bastaba ponerse un pasamontañas para ser zapatista, alguno tal vez descubrió el poder de comunicar lo que se atestigua y decidió seguir ese camino, otros tal vez descubrieron que el silencio y la mirada turbia también son mercancía y se venden.

Todos se fueron. Unos antes, otros después, cada uno con su propia coartada. Alguno regresó con la misma disposición de asombrarse ante lo terrible y maravilloso que alcanzó a intuir. A todos les agradecemos la mirada y el oído de entonces, pero nosotros teníamos que seguir, pensar más allá de la nota coyuntural, de la fama pasajera, de la moda frívola, de lo inmediato, de la entrevista exclusiva. No esperamos que entiendan, pero el mundo por el que luchamos es también para ustedes: los demás.

Pues llegaron, sacaron lo que pudieron y con ese capital construyeron su idea de sí mismos y se alejaron. Bueno, eso creen ellos. Lo que ocurrió y ocurre es que nuestra embarcación es la que zarpó. Ellos siguen en el mismo puerto de hace 31 años, creyendo que saben y creyendo que viven.

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Los especialistas, entre comillas, presentaron mil y una explicaciones sobre lo que ocurría. Abundaron y redundaron los análisis con las hipótesis más increíbles. Que si la pobreza, que si la teología de la liberación, que si la población indígena, que si las organizaciones no gubernamentales, que si la vanguardia revolucionaria, que si la guerrilla...

…Pero en otros estados había más pobreza, en otras diócesis eran más radicales (Lona en Oaxaca, Méndez Arceo en Morelos...), en otras partes había guerrilla, en otras zonas había más indígenas, en todas partes había ONG y, bueno, dondequiera había sobrepoblación de vanguardias revolucionarias.

Otros analistas dijeron y dicen que tuvimos suerte. ¿Suerte? Si hubiéramos tenido suerte, no habría sido necesario hacer lo que hicimos y hacemos. Entonces, —se pueden preguntar ustedes— ¿qué fue lo singular y decisivo para esa madrugada? Y les respondo: una generación de mujeres y hombres indígenas de raíz maya. Jóvenes entonces y ahora ya con muchos calendarios a cuestas. Nosotros le llamamos la generación del 94.

Varios hombres y mujeres de esa generación, la que se alzó en armas hace 31 años, está aquí presente hoy. Es la misma que en resistencia y rebeldía puso las bases de la autonomía, la que sufrió la invasión militar de la traición de febrero del 95, la que en 1997 tomó la Ciudad de México, la que resistió a la ofensiva militar y policiaca de 1998, la que en 1999 visitó varios estados de la República, la que en 2001 realizó la Marcha del Color de la Tierra, la que decidió la aplicación sin permiso de la autonomía zapatista, la que en 2004 advirtió sobre lo que sería comprobable en el periodo 2018-2024, la que en junio del 2005 convocó con la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, la que desde entonces es atacada y calumniada por el progresismo, la que organizó encuentros, festivales, pláticas de mujeres que luchan, de artistas, de pensadores, la que en 2020 anunció su intención de invadir Europa, la que en 2021 convocó a las partes de un todo en la Declaración por la Vida, la que se embarcó a contracorriente y voló a las Europas, la que renombró a SLUMIL K´AJXEMK´OP, como lo que es, una tierra insumisa, la que en 2023 se impuso un nuevo desafío: el común. La que hoy está frente a ustedes, a su lado y detrás de ustedes.

Yo les recomendaría que les escucharan, que tuvieran un mínimo de decencia y humildad, que intentaran bajarse de su nube y trataran de comprender y así aprender de ellas y ellos. Estas son mis compañeras, las comunidades zapatistas, mis compañeros, los pueblos zapatistas, mis jefes desde hace más de diez años, cuando uno de ellos tomó el mando supremo del EZLN, colectivizó la dirección zapatista, y desde entonces son quienes nos dirigen.

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Cuando hace más de diez años, en el 2013, el finado Sub Marcos le entregó el mando al Subcomandante Insurgente Moisés solo le dijo: “Te toca”. El viejo Antonio se acercó y agregó un consejo: “Sólo nos tenemos a nosotros mismos. Estuvimos, estamos y estaremos solos. Recuerda siempre no el primero de enero de 94, sino la víspera. Todo lo que pienses y planees hacer, hazlo tomando en cuenta nuestras propias fuerzas y capacidades. No va a llegar el Séptimo de Caballería a ayudarnos porque no existe el Séptimo de Caballería. Desconfía del poderoso. Él nunca abandonará la idea de destruirnos. Desconfía de quien se acerca cuando todo va bien. Solo viene a robar la causa y convertirla en mercancía. Honra a quien tiende la mano y el corazón cuando estamos solos. Mira lejos, más allá de fronteras, colores, razas, lenguas, culturas y modos, hay otros como nosotros. Diferentes, sí, pero con el mismo anhelo, el mismo compromiso y la misma soledad. Mira siempre hacia adentro y toca el corazón de nuestros pueblos. Ese corazón te dirá a dónde dirigir, cuándo detenerse y cuándo reiniciar el paso. Verás desprecios, traiciones, mentiras, calumnias, muertes, destrucciones. Pero no pierdas de vista el destino y, sobre todo, no extravíes el camino”.

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Con esta abreviada historia, ¿ustedes de veras creen que las comunidades zapatistas se van a amedrentar por el silencio, las calumnias, las redes sociales, el crimen desorganizado, la Guardia Nacional, el Ejército federal, la Marina, los paramilitares, los criminales, las pandemias, los desastres naturales, Trump, Putin, la 4T, el olvido, el desprecio, la mentira? ¿Ustedes de veras creen que nos dejan solos y que en la soledad a las que nos sentencian nos habremos perdido? ¿Ustedes saben cuántas veces nos han declarado muertos, derrotados, desaparecidos, fracasados?

Nosotros, los pueblos zapatistas, nosotros los más pequeños, tenemos historia, cultura, lengua y luz propia. Tenemos claro para quién son nuestros oídos y para quién nuestras palabras, para quién nuestro corazón y para quién el mañana. Tenemos una causa que es la de la vida y tenemos un nombre: somos el Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Y cosas terribles y maravillosas habrán de brillar bajo ese nombre. 

(CONTINUARÁ…)


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Diego Enrique Osorno
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