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La IA en mis clases

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  • La IA en mis clases
  • Carlos Iván Moreno Arellano

Desde hace meses noto un fenómeno en mis clases: los ensayos, notas técnicas y reportes de lectura de mis estudiantes son casi perfectos. Sin errores de sintaxis, mucho menos ortográficos. Sospecho que ChatGPT ha estado haciendo parte del trabajo.

Lo mismo ocurre en la investigación, pero a una escala mucho mayor. La irrupción de la inteligencia artificial (IA) ha facilitado el auge de las llamadas paper mills: empresas que producen artículos científicos falsos para venderlos a investigadores que enfrentan la feroz competitividad del mundo académico.

Según Richard Van Noorden, editor de Nature, en los últimos 20 años se han publicado más de 400 mil artículos de origen sospechoso, y casi 80 mil surgieron después de 2022, justo cuando ChatGPT irrumpió en el panorama.

Frente a este problema, una reacción simplista –y errónea– sería prohibir la IA. La verdadera cuestión no es si la IA debería estar en las aulas o en los laboratorios, sino cómo asegurarnos de que potencie el conocimiento en lugar de distorsionarlo. Paradójicamente, la IA también está ayudando a combatir estas malas prácticas. Editores de revistas científicas están utilizándola como aliada en la revisión por pares, lo que ha mejorado la detección de fraudes y la calidad de las publicaciones. Pero su impacto va más allá del ámbito editorial: en biomedicina y genética, por ejemplo, la IA ha permitido diseñar proteínas inéditas y descubrir nuevos virus, avances que habrían tomado décadas.

Esta misma lógica aplica en el aula. El problema no es que los estudiantes utilicen ChatGPT para sus ensayos, sino que los docentes no modifiquemos nuestras prácticas pedagógicas. Si la IA genera textos bien estructurados en segundos, no tiene sentido seguir evaluando el aprendizaje únicamente a través de reportes de lectura o resúmenes mecánicos. La tarea del profesor debe ir más allá: fomentar el pensamiento crítico, la creatividad y, sobre todo, la colaboración. En la investigación, la IA puede procesar datos a velocidades extraordinarias, pero no reemplaza la intuición ni la capacidad de conectar ideas.

La pregunta no es si debemos usar la IA en la universidad, sino cómo asegurarnos de que su uso nos haga mejores profes, mejores científicos y, en última instancia, mejores seres humanos. Más pensantes.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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