La eliminación del examen para ingresar a la educación media superior (COMIPEMS) abre un necesario debate sobre justicia y mérito en la distribución de oportunidades. Un debate global y urgente. Si lo abordamos con seriedad, sin filias ni fobias, los resultados contribuirán a una mayor inclusión educativa.
Desafortunadamente, prevalecen los dogmas: la sacralización de los exámenes como únicos y perfectos mecanismos para demostrar capacidades y, también, la crítica superficial a los mecanismos basados en el azar. Sí, los sorteos.
Partamos de la evidencia: En México, si un joven nació –por azares del destino– en el decil más bajo de ingresos (familia pobre), tiene apenas 18% de probabilidades de ir a la universidad. Pero si nació –también por azar– en el decil más alto (familia rica), tiene 100% de probabilidades de estudiar una carrera.
La evidencia es abrumadora: los exámenes de admisión, supuestamente diseñados para premiar el talento y el esfuerzo, están sesgados en favor de quienes ya parten con ventajas económicas, culturales y sociales. Estudiantes de familias con mayores ingresos tienen acceso a tutorías, mejores escuelas y ambientes propicios para el aprendizaje, lo que se traduce en puntajes altos. Quienes nacen en contextos desfavorecidos enfrentan barreras que no dependen de su esfuerzo o capacidad, sino de la –mala– suerte.
Por ello, Michael Sandel, uno de los filósofos más influyentes, en la tiranía del mérito, propone usar sorteos para la admisión en Harvard. Su argumento es poderoso: el azar eliminaría la arrogancia de quienes se sienten superiores por sus “méritos”, y también la humillación de aquellos a quienes se les hace sentir “rechazados”.
En universidades de Países Bajos han usado sorteos de forma híbrida: admiten a los puntajes más altos; no admiten a los más bajos; y aplican sorteos para los aspirantes que quedan en medio. Sorteos también se usan en distritos escolares de EEUU para asignar escuelas (K12), con algoritmos diseñados por expertos como Alvin Roth, Premio Nobel de Economía. Los sorteos tienen ciencia.
Modelos de admisión que combinen mérito con factores de azar podrían ser opción para garantizar que más estudiantes con talento, sin importar su origen, tengan acceso a la educación. Discutamos.